martes, 30 de octubre de 2012

Cuentos para pensar...

Sobre las historias que arrastramos...



Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de su peso, tamaño y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.
El misterio es evidente:
¿Qué lo mantiene entonces?
¿Por qué no huye?
Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapa porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia:
–Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan?
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.
Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo.
La estaca era ciertamente muy fuerte para él.
Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía...
Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a sus destino.
Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree –pobre– que NO PUEDE.
Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.
Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez...
Vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad... condicionados por el recuerdo de «no puedo»...
Tu única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento todo tu corazón...


 Querer ser lo que no eres...


"Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo. El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino. Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Margarita. La Margarita lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces encontró una planta, una Rosa, floreciendo y más fresca que nunca. El rey preguntó: ¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío? No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías Rosas. Si hubieras querido un Roble o una Margarita, los habrías plantado. En aquel momento me dije: "Intentaré ser Rosa de la mejor manera que pueda".
Ahora es tu turno. Estás aquí para contribuir con tu fragancia. Simplemente mírate a ti mismo. No hay posibilidad de que seas otra persona. Puedes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por ti, o puedes marchitarte en tu propia condena..."  


Sobre la confianza y la valentía...

 


Cuando se hizo mayor su padre le dijo: «Hijo mío: no todos nacemos con alas. Si bien es cierto que no tienes obligación de volar, creo que sería una pena que te limitaras a caminar teniendo las alas que el buen Dios te ha dado».

-Pero yo no sé volar -contestó el hijo.
-Es verdad... -dijo el padre. Y, caminando, lo llevó hasta el borde del abismo de la montaña.
-¿Ves, hijo? Éste es el vacío. Cuando quieras volar vas a venir aquí, vas a tomar aire, vas a saltar al abismo y, extendiendo las alas, volarás.
El hijo dudó.
-¿Y si me caigo?
-Aunque te caigas, no morirás. Sólo te harás algunos rasguños que te harán más fuerte para el siguiente intento -contestó el padre.
El hijo volvió al pueblo a ver a sus amigos, a sus compañeros, aquellos con los que había caminado toda su vida.
Los más estrechos de mente le dijeron: «¿Estás loco? ¿Para qué? Tu padre está medio loco... ¿Para qué necesita volar? ¿Por qué no te dejas de tonterías? ¿Quién necesita volar?».
Los mejores amigos le aconsejaron: «¿Y si fuera cierto? ¿No será peligroso? ¿Por qué no empiezas despacio? Prueba a tirarte desde una escalera o desde la copa de un árbol. Pero... ¿desde la cima?».
El joven escuchó el consejo de quienes le querían. Subió a la copa de un árbol y, llenándose de coraje, saltó. Desplegó las alas, las agitó en el aire con todas sus fuerzas pero, desgraciadamente se precipitó a tierra.
Con un gran chichón en la frente, se cruzó con su padre.
-Hijo mío -dijo el padre-. Para volar, hay que crear el espacio de aire libre necesario para que las alas se desplieguen. Es como tirarse en paracaídas: necesitas cierta altura antes de saltar.
Para volar hay que empezar asumiendo riesgos.
Si no quieres, lo mejor quizá sea resignarse y seguir caminando para siempre.
 

martes, 2 de octubre de 2012

Sobre la buena vida...

<<Ser capaz de prestarse atención a uno mismo es requisito previo para tener la capacidad de prestar atención a los demás; el sentirse a gusto con uno mismo es la condición necesaria para relacionarse con otros>> 
Erich Fromm, Ética y psicoanálisis



No le preguntes a nadie qué es lo que debes hacer con tu vida: pregúntatelo a tí mismo.

No se trata de pasar el tiempo sino de vivirlo bien.

No somos libres de no ser libres, no tenemos más remedio que serlo.

Una cosa es que hagas lo que quieras y otra bien distinta que hagas lo que te venga en gana. Si te digo que hagas lo que quieras, lo primero que parece oportuno hacer es que pienses con detenimiento y a fondo qué es lo que quieres.

Ser humano consiste principalmente en tener relaciones con los otros seres humanos. La buena vida es buena vida entre seres humanos. El hombre no es solamente un realidad biológica, natural sino también una realidad cultural. No hay humanidad sin aprendizaje cultural y para empezar sin la base de toda cultura (y fundamento por tanto de nuestra humanidad): el lengüaje. El mundo en el que vivimos los humanos es un mundo lingüistico, una realidad de símbolos y leyes sin la cual no sólo seríamos incapaces de comunicarnos entre nosotros sino también de captar la significación de lo que nos rodee. Pero nadie puede aprender a hablar por sí sólo porque el lenguaje no es una función biológica del hombre (aunque tenga su base en nuestra condición biológica, claro está) sino una creación cultural que heredamos y aprendemos de otros hombres.


Darse la buena vida no puede ser algo muy distinto a fin de cuentas de dar la buena vida. 

Fernando Savater, "Ética para Amador"

Sobre el amor

"Enamorarse es amar las coincidencias.
Amar es enamorarse de las diferencias"


"El amor maduro significa unión a condición de preservar la propia integridad, la propia individualidad. El amor es un poder activo en el hombre; un poder que atraviesa las barreras que separan al hombre de sus semejantes y lo une a los demás; el amor lo capacita para superar su sentimiento de aislamiento y separatidad, y no obstante le permite ser él mismo, mantener su integridad. En el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno y, no obstantre, siguen siendo dos."

"El amor es una actividad, no un afecto pasivo; es un "estar continuado", no un "súbito arranque". En el sentido más genearal, puede describirse el carácter activo del amor afirmando que amar es fundamentalmente dar, no recibir. [...] El amor es un poder que produce amor."

"Además del elemento de dar, el carácter activo del amor se vuelve evidente en el hecho de que implica ciertos elementos básicos, comunes a todas las formas de amor. Esos elementos son: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento."
"(Sobre el cuidado) El amor es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de lo que amamos. [...] El amor y el trabajo son inseparables.

(Sobre la responsabilidad) La responsabilidad es un acto completamernte voluntario, constitutye mi respuesta a las necesidades, expresadas o no, de otro ser humano. Ser responsable significa estar listo y dispuesto a responder.

(Sobre el respeto) La responsabildiad podría degenerar fácilmente en dominación y posesividad si no fuera por un tercer componente del amor, el respeto, [...] la capacidad de ver a una persona tal cual es, tener consciencia de su individualidad única. Respetar significa preocuparse porque la otra persona crezca y se desarrolle tal cual es. [...] El amor es hijo de la libertad, nunca de la dominación.

(Sobre el conocimiento) Respetar a una persona sin conocerla, no es posible; el cudiado y la responsabilidad serían ciegos si no los guiara el conocimiento. El conocimiento sería vacío si no lo motivara la preocupación. "

El arte de amar
Erich Fromm


¿Por qué no intentar encontrar a otro entero en vez de conformarse con uno partido por la mitad? El amor se construye entre seres enteros que se encuentran, no entre dos mitades que se necesitan para sentirse completas. 

Cuando necesito al otro para subsistir, la relación se convierte en dependencia. Y, en dependencia, no se puede elegir. Y sin elección, no hay libertad. Y sin libertad, no hay amor verdadero. Y sin amor verdadero, podrá haber matrimonios pero no habrá pareja"

Amarse con los ojos abiertos
Jorge Bucay



"El encuentro entre dos personalidades es como el contacto entre dos sustancias químicas: si hay alguna reacción ambas se transforman"

Carl G. Jung

Comenzamos el curso...